Por Toni Poveda, vicepresidente de la Fundación Pedro Zerolo.
Tengo 51 años y se podría decir que soy “un joven gai de la crisis del sida” Esto quiere decir exactamente que siendo un adolescente me enteré un buen día, y dicho sea todo, a la misma vez que Rock Hudson era gay y que tenia una enfermedad llamada sida. Hudson era un galán de los de toda la vida y resultó para mi sorpresa que era también gay y salía del armario para anunciar al mundo que padecía una terrible enfermedad que pocos días después terminó con su vida.
No parecía muy motivadora la cosa está de la sexualidad para un jovencito como yo que a esa edad ya no tenía dudas de que era homosexual, pero que estaba en plena “efervescencia sexual”. Creo que puedo decir que a los “efervescentes” de mi generación que estén leyendo esto les pasó igual, tuvimos que vivir con miedo el sexo, incorporando un método barrera a nuestras relaciones sexuales, el condón.
Lógicamente, quienes me conocieron lo saben, que a partir de entonces mi lucha fue y es la lucha por la dignidad de las personas LGTB y que está dignidad se alcanza siendo visibles, a ser posible con alegría, sin miedos. También me ha acompañado desde entonces el sida, como afectado, sin necesidad de tener el VIH para serlo. He vivido con miedo mi sexualidad en muchas ocasiones y he acompañado a mis amigos, amigas y también a algunos familiares con vih (todos jóvenes) en los últimos momentos de sus vidas. He sido y soy activista en esa justa lucha por el respeto y búsqueda de derechos en todos los ámbitos de la vida para las personas con VIH. Porque el miedo paraliza y nunca es un buen consejero, porque hay que encarar las dificultades con serenidad y confianza en el futuro.
Muchos años después, ya en mis 51 años veo motivos para la esperanza. Afortunadamente los avances en la ciencia permiten a una persona recién diagnosticada vivir los mismos años que a una de su generación y este avance también ha conseguido que las personas que están en tratamiento y con cargas viral indetectable no lo transmitan. Esto me recuerda al miedo que tuvieron que pasar muchas parejas en las que uno de los dos tenía VIH y el otro no, otra muestra más de que el amor puede con todo. Por eso es tan importante la detección precoz y que toda la ciudadanía se realice la prueba del VIH, algo que hoy podemos afirmar que salva vidas y posibilita el control de la infección evitando su expansión.

Además se amplían las estrategias preventivas. Gracias a la PrEP en la población que más se utiliza el condón (hombres gais, bisexuales y mujeres trans), pero que sin embargo mayores nuevos diagnósticos presenta año tras año, ahora también van a poder tener la opción de tener sexo sin condon realizando el seguimiento sanitario que está medida preventiva requiere. Esta nueva herramienta preventiva está haciendo que en los países en la que ya está en marcha se reduzcan de forma significativa las nuevas infecciones y nos permite ser optimistas con alcanzar los objetivos de ONUSIDA del control de la epidemia en 2030.
Pero para este joven de la crisis del sida no es suficiente porque hay que seguir luchando contra la serofobia, esa discriminación que existe y tiene nombre porque es la discriminación que padecen las personas con VIH y que va asociada en muchos casos a otras discriminaciones. Esta fué otra de las grandes luchas de nuestro querido Pedro Zerolo, que como embajador de ONUSIDA para América Latina y el Caribe dedicó sus esfuerzos en trabajar contra la discriminación y en sensibilizar a las autoridades e instituciones públicas para que apoyasen con mayores compromisos y mejores políticas públicas la prevención del VIH y la atención a las personas seropositivas. Porque como dijo el propio Pedro “ Del activismo del VIH aprendí a luchar por la vida sin miedo”. Vaya por él también hoy nuestro recuerdo y agradecimiento.
