Por Ruth Toledano, escritora y activista feminista.
Todos los días de todas las semanas, todos los días de todo mes, todos los días del año de todos los siglos de los siglos, antes de Magdalena y después de Magdalena, son el día 8 de marzo. Todos los días de la vida de cada mujer son el día de la mujer trabajadora. Aunque aquella mujer esté en el paro y esa en el ERTE; aunque a la otra la hayan despedido por ser madre como la tuya, hijo de putero; aunque la de más allá esté migrante que no encuentra a qué blanca limpiarle el siglo XXI; aunque a esta la blancura la ciegue a su privilegio. Todas las mujeres del mundo son trabajadoras porque ser mujer ha sido y es una trabajera sin descanso.
El patriarcado nos quiso esclavas, siervas del divino corazón de su dios macho, siervas del patrón de la pernada y del techo de cristal, siervas del marido que viola y que mata y que ayuda en la casa. El patriarcado quiso y quiere el poder, la colonia, el imperio, quiso y quiere el cuerpo y el producto de las mujeres, quiso y quiere lo público y lo privado, y creó el mundo a imagen y semejanza del hombre, cuanto más feo más hermoso, dijeron. Las mujeres somos sobrevivientes de sus guerras, refugiadas de sus violencias en los sótanos de la Historia. El feminismo es memoria y reparación.
El feminismo es levantarte en la indignación cada 8 de marzo, cada día de cada semana de cada mes de cada año, por los siglos de los siglos, dispuestas a la rebelión por la justicia. Porque ella hizo el descubrimiento, pero el Nobel se lo dieron al marido; porque ella fijó y dio esplendor a la lengua, pero nombraron académico al colega; porque ella estudió con brillantez, pero el jefe es el mediocre; porque ella trabaja el doble y cobra la mitad; porque ellas son las niñas a las que aún se moldea en ser menos que ellos, ese crimen social.
Feminismo es la rabia nuestra de cada día, resistencia y ataque a la opresión. Feminismo es cada palabra que señala al machismo, que lo acusa, que opone al silencio patriarcal las voces diversas de las mujeres. Feminismo es cada nombre recuperado de lo que ellos aseguraban que era nada, cada obra rescatada de los escombros bajo los que ellos la enterraron. Si feminismo es justicia, feminismo somos todas, porque todas las mujeres somos sujeto de injusticia: las de entonces y las de ahora, las viejas y las jóvenes, las blancas, las negras, las chinas, las cis y las fluidas y las trans, las explotadas sexuales y las dueñas de la soberanía de su cuerpo, y las lesbianas, y las bisexuales, y las hetero, las ricas y las pobres. Algunas, más sujeto de injusticia que otras, paradójicamente privilegiadas por el sistema que nos oprime a todas.
No, no me voy a ir de este texto sin clamar, como animal que soy, contra la injusticia sistémica que sufren las hembras de las otras especies, violentamente oprimidas también por las estructuras patriarcales que se apropian de cuerpos y productos, de vidas. Cada 8 de marzo, cada día de cada semana de cada mes de cada año, es también el de otras hembras, explotadas por el hecho de serlo, sometidas todas, ellas y nosotras, a una dominación androcentrista que el feminismo vino, viene y vendrá a derrocar.