Por Miguel Ángel Fernández, Director ejecutivo de la Fundación Pedro Zerolo
La salud mental es una de las áreas más desatendidas de la salud pública. Cerca de 1000 millones de personas viven con un trastorno mental, 3 millones de personas mueren cada año por el consumo nocivo de alcohol y una persona se suicida cada 40 segundos. Y ahora, miles de millones de personas de todo el mundo se han visto afectadas por la pandemia de COVID-19, que está teniendo repercusiones adicionales en la salud mental de las personas.
Sin embargo, relativamente pocas personas en todo el mundo tienen acceso a servicios de salud mental de calidad. Además, la estigmatización, la discriminación, el carácter punitivo de la legislación y las violaciones de los derechos humanos siguen estando generalizados.
El acceso limitado a una atención de salud mental de calidad y asequible en el mundo antes de la pandemia, y en particular en las situaciones de emergencia humanitaria y de conflicto, ha disminuido aún más debido a COVID-19, ya que la pandemia ha perturbado los servicios de salud en todo el mundo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada cuatro personas en el mundo ha tenido, tiene o tendrá un problema de salud mental a lo largo de su vida, y los trastornos mentales serán la primera causa de discapacidad a nivel mundial en el año 2030. «El Día Mundial de la Salud Mental es una oportunidad para que el mundo se una y comience a remediar la desatención de que ha sido objeto históricamente la salud mental,» señala el Dr. Tedros Adhanom, Director General de la OMS. «Ya estamos viendo las consecuencias de la pandemia de COVID-19 en el bienestar mental de las personas, y esto es solo el principio. A menos que nos comprometamos seriamente a aumentar la inversión en salud mental ahora mismo, las consecuencias sanitarias, sociales y económicas tendrán un gran alcance.», ha indicado con ocasión de este día.
Hace casi 30 años que la Federación Mundial de Salud Mental declaró el primer Día Mundial de la Salud Mental. La Dra. Ingrid Daniels, Presidenta de la Federación Mundial de Salud Mental, ha señalado que «Durante ese tiempo, hemos visto una creciente apertura para hablar de la salud mental en muchos países del mundo. Sin embargo, ahora debemos convertir las palabras en acciones. Necesitamos ver que se hacen esfuerzos concertados para construir sistemas de salud mental que sean apropiados y relevantes para el mundo de hoy y de mañana.»
Sin duda, el Día Mundial de la Salud Mental de este año se celebra en un momento en que nuestras vidas cotidianas se han visto considerablemente alteradas como consecuencia de la pandemia de COVID-19. Los últimos meses han traído muchos retos: para el personal de salud, que presta sus servicios en circunstancias difíciles, y acude al trabajo con el temor de llevarse la COVID-19 a casa; para los estudiantes, que han tenido que adaptarse a las clases a distancia, con escaso contacto con profesores y compañeros, y llenos de ansiedad sobre su futuro; para los trabajadores, cuyos medios de vida se ven amenazados; para el ingente número de personas atrapadas en la pobreza o en entornos humanitarios frágiles con muy poca protección contra la COVID-19; y para las personas con afecciones de salud mental, muchas de las cuales están todavía más aisladas socialmente que antes. Por no hablar de la gestión del dolor de perder a un ser querido, a veces sin haber podido despedirse.
Según la experiencia adquirida por los organismos de salud pública en emergencias pasadas, se espera que las necesidades de apoyo psicosocial y en materia de salud mental aumentarán considerablemente en los próximos meses y años. Invertir en los programas de salud mental en el ámbito nacional e internacional, infrafinanciados desde hace años, es ahora más importante que nunca.
Por ello, la Fundación Pedro Zerolo se suma un año más a la campaña del Día Mundial de la Salud Mental que este año se ha propuesto conseguir el incremento de las inversiones a favor de la salud mental en todos los países.
Algunos datos dan idea de la precariedad en nuestro país: España solamente dedica el 5% del gasto total en sanidad a la salud mental y aunque esta cifra supera la media mundial de los países sólo hay 2.600 psicólogos clínicos en la sanidad pública. Cifras muy bajas para atender a una población donde se prevé un incremento de trastornos mentales en torno a un 15-20% tras la llegada de la pandemia.
España, según han puesto de manifiesto en diferentes ocasiones entidades como la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP), solamente dedica el 5% del gasto total en sanidad a la salud mental. Según el Consejo General de Psicología, España tiene cuatro veces menos profesionales en la sanidad pública que la media europea, 4 por 100.000 habitantes frente a los 18 por 100.00 en Europa.
La Confederación SALUD MENTAL ESPAÑA apunta a las mujeres, la población infantil, migrantes o personas sin hogar como los grupos sociales más vulnerables en el ámbito de la salud mental. En el caso de las personas sin hogar el 50% tiene un problema de salud mental. La pandemia ha situado a este colectivo en una situación de extrema vulnerabilidad.
Desde la Fundación Pedro Zerolo demandamos a los gobiernos autonómicos y estatal un aumento de los recursos destinados a la salud mental que palien la falta de recursos profesionales, sanitarios, de atención y acompañamiento en salud mental, porque lamentablemente la gran mayoría de las necesidades de salud mental siguen sin atenderse y porque una adecuada respuesta se ve obstaculizada por una falta crónica de inversión en la promoción, prevención y atención de la salud mental durante muchos años antes de la pandemia, algo que aún estan a tiempo a corregir nuestros gobiernos.