Mar Ortega es activista lesbiana y feminista, ex-coordinadora general de Lambda Valencia.
Desde hace más de 25 años, venimos hablando año tras año de visibilidad lésbica. Mi perspectiva como activista del siglo pasado, me lleva a celebrar los logros que, sin duda, se han conquistado en los últimos 25 años.
Es más que evidente que, como decía Pedro Zerolo, “la visibilidad ha sido un instrumento fundamental para alcanzar la igualdad.” Aún con todo, para las mujeres lesbianas la visibilidad no es una cuestión fácil, nuestra socialización como mujeres hace que, cuando no cumplimos con las expectativas asociadas al género, nos sintamos fuera de lugar y suframos presiones, desde nuestro entorno, para hacernos encajar en una norma que nos excluye.
En mi caso, además de en el ámbito familiar, laboral y educativo, tuve que sufrir esta sutil forma de corregir mi expresión de género, en el propio ambiente. Se me consideraba “demasiado bollera”, y se me animaban a vestir un poco más femenina, con la finalidad de no mermar mis posibilidades de ligar, en un ambiente, donde siguen sin tener cabida las mujeres masculinas y la plumofobia está al orden del día.
Quienes sentimos deseo y atracción por nuestro mismo sexo, tenemos que romper con la heterosexualidad obligada, ya que al igual que a nuestros padres, no nos han educado para ser homosexuales y esto nos genera una disonancia que tenemos que superar para aceptarnos y ser libres.
También hay que tener en cuenta, que nosotras, al igual que el resto de la ciudadanía, somos únicas y nos atraviesan múltiples diversidades que influyen en las posibilidades que tenemos de ser nosotras mismas, dentro de nuestro espacio social. Las personas que sufren exclusión o pertenecen a grupos estigmatizados, como las personas con diversidad funcional, trastorno mental, migrantes, etnia gitana, mayores, trans, etc. les resulta mucho más complicado mostrarse, lo que hace que esta visibilidad, se convierta en una “ilusión” sólo alcanzable para algunas privilegiadas, y se evidencie como algo inalcanzable, para otras. Por esta razón es fundamental tener en cuenta la perspectiva interseccional si queremos que la visibilidad alcance a todo tipo de mujeres, cis, trans, binarias, no binarias, con o sin recursos, etc.
Pero si somos visibles, ¿Por qué no se nos ve? En mi opinión, aun siendo más visibles que hace 20 años, las mujeres somos invisibilizadas en prácticamente todos los ámbitos, y este, no iba a ser menos. También hay que tener en cuenta que nos socializan para ocupar el espacio privado y esto afecta al uso que damos del tiempo y los espacios. Muchas veces la sexualidad pasa a un segundo plano, y nos mostramos mucho más en el espacio privado que en el público, que está claramente masculinizado. De este modo la visibilidad en la familia y en el círculo de amigas es mayor y se maneja mejor que la visibilidad en el trabajo, en la calle, en los medios de comunicación o en la en la política.
Aun así, hay mujeres que siempre hemos sido visibles. Antes de saber nosotras mismas que entendíamos, ya nos llamaban, “tortillera”, “bollera” o “marimacho” por tener una expresión de género no normativa, y estos insultos a muchas nos pusieron en la pista de lo que nos estaba pasando por el cuerpo.
Nuestra sociedad, sigue olvidándose de las orientaciones e identidades diversas, y es por esta razón que tenemos que salir del armario. El sistema binario en el que crecemos, nos oculta y nos mete en el armario, y hasta que no consigamos romper con lo binario e integremos de verdad la diversidad, tendremos que seguir visibilizándonos, porque ya se sabe que “todo el mundo es heterosexual, mientas no se demuestre lo contrario.”
Finalmente es importante decir que entre la población joven si se da una visibilidad mayor y que ha aumentado notoriamente en las últimas décadas, pero seguimos sin ocupar un espacio visible en los ámbitos legislativo y jurídico, laboral, sanitario, educativo y formativo, cultural y de ocio, etc, que nuestros compañeros hombres si han conquistado.
Hoy es un día para visibilizarnos. Felicidades a todas, visibles o no. Orgullosas, valientes y visibles, porque juntas, somos imparables.